Las células adiposas son auténticos almacenes de grasa. En su insaciable capacidad de acopio pueden multiplicar hasta por diez su tamaño, lo que se traduce en un aumento de peso y de volumen. La batalla antigrasa se libra a nivel calórico con una reducción drástica de la ingesta de calorías, santo y seña de toda zumodieta que se precie.
En este sentido, la piña y la papaya contienen todo un arsenal de enzimas biocatalizadoras que actúan como movilizadores del tejido graso y del tejido conjuntivo. Ambas potencian el drenaje de sus zonas esclerosadas, donde las retracciones de la dermis dan paso a la característica piel de naranja y a las alteraciones del retorno venoso.
sábado, 6 de octubre de 2007
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